miércoles, 6 de enero de 2010

sábado, 2 de enero de 2010

Fantasía: Atada en la silla

Mi Amo me tiene atada en una silla, con las manos detrás de la espalda, los tobillos amarrados a las patas de la silla y los pies apoyados en unos escabeles que levantan mis rodillas y dejan mi coño más expuesto y accesible.

Se acerca, agarrándome el pelo con la mano izquierda, con la derecha sujeta el gato con el que me azota el coño, no demasiado fuerte, haciendo que me excite más y más.

Me agito caliente, deseando más… mi Señor me pregunta si quiero que me azote más fuerte, me obliga a suplicarlo. Obedezco, le suplico que me azote más, que me azote más fuerte. El sin embargo, hace un gesto y un hombre entra en la habitación. Mi Amo no me ha colocado la venda, así que puedo ver la escena y bajo la mirada avergonzada.

Cubre mis ojos con la venda y coloca pinzas en mis pezones y mi clítoris, mientras me ordena que permanezca quieta y en silencio mientras él habla con ese señor.

Quedo abandonada, mientras me debato entre las sensaciones de mis pezones y mi coño, y muy caliente y mojada, deseando y temiendo la vuelta de mi Amo.

Se acercan hacia mí, puedo escuchar parte de su conversación:

- Entonces ¿dices que está caliente?
- Está muy caliente y mojada, y además sabe que será castigada si no obedece.

Siento como retiran la pinza de mi clítoris, y acto seguido una mano empieza a sobetear mi coño… estoy muy mojada y el extraño no tarda en comentarlo: “Está muy mojada esta puta, mira como jadea, quiero ver como se corre y después me la follaré”.

Comienza a sobarme con mayor precisión, el placer se va adueñando de mi mente, me retuerzo, jadeo… una mano, supongo que la de mi Amo, me mantiene agarrada por el pelo, limitando aún más mis movimientos… siento que voy a correrme, suplico a mi Señor que me lo permita, me hace sufrir unos instantes en los que siento que no podré aguantar sin correrme y finalmente me ordena que lo haga… “¡Córrete zorra!”, me dejo llevar, me agito aún más, mis jadeos se hacen más fuertes y por fin exploto en un gran orgasmo que me deja agotada y casi sin sentido.

Sueltan mis ataduras, yo estoy exhausta y sólo me dejo llevar. El extraño sugiere a mi Amo que le ayude a trasladarme para follarme. Me arrastran entre los dos, y me hacen apoyar mi cuerpo sobre la mesa, al mismo tiempo que separan mis piernas. En pocos instantes empiezo a notar una polla abriéndose camino entre mis labios, invadiendo mi coño y al mismo tiempo unas manos estrujan mis tetas, las soban.

El desconocido me agarra por el pelo, aumenta el ritmo de sus movimientos, de sus embestidas hasta que termina corriéndose y dejándome abandonada. Mi Amo retira la venda y me agarra por el pelo, le miro y le digo: “soy su perra Señor”. Me suelta y acompaña al extraño a la salida mientras yo quedo en la mesa, agotada, mojada y caliente.

ifis{Ae}

martes, 29 de diciembre de 2009

Fotos 6º encuentro


domingo, 27 de diciembre de 2009

Sexto encuentro



En esta ocasión mi Amo venía el viernes por la noche, a las 21.25. Habíamos programado el encuentro con sólo unos días de antelación y la combinación de vuelos no dejaba muchas opciones y además mi Señor me concedía ese pequeño capricho de venir el viernes por la noche en lugar del sábado por la mañana. Yo había estado muy tranquila la semana anterior debido a una sobrecarga de trabajo que no me había dejado mucho tiempo para pensar en el fin de semana, que ya estaba ahí.

Me tomé la tarde libre para tener tiempo de preparar mis cosas y llegar al aeropuerto con suficiente antelación y quería ir a la peluquería para estar más guapa. Cuando llegué al aeropuerto aún faltaban al menos 20 minutos para el aterrizaje, así que me quedé en la furgoneta fumando un cigarro. Cuando entré en la terminal, vi en la pantalla que su vuelo estaba retrasado 20 minutos, busqué un asiento y me dispuse a esperar mientras observaba a la gente. No pensaba nada en concreto, diferentes ideas iban y venían de mi cabeza y el tiempo fue pasando.

Escuché el aviso del aterrizaje de su avión y me acerqué a la puerta, cuando salió nos saludamos como siempre, un par de besos en la mejilla y una sonrisa y nos dirigimos directamente a la furgoneta y emprendimos el camino hacia el apartamento. Mi Amo no estaba muy tranquilo con mi sentido de la orientación y esta vez era de noche y nos alojábamos en un apartamento diferente al habitual en otros encuentros. Saliendo del aeropuerto sacó de su maletín un par de bolsas de gominolas que yo le había pedido por “buen comportamiento”, aunque también me había ganado algunos castigos por lo contrario.

Llegamos sobre las 22.30, al primer intento, ya que lo tenía programado en el navegador y además el acceso era muy fácil, a pocos kilómetros de la autovía. Este apartamento era más amplio y estaba mucho mejor acondicionado, tenía un gran salón con cocina, dos habitaciones amplias y dos baños, pero perdíamos la posibilidad del gancho ya que no tenía escalera, ni ninguna otra forma de colgarme.

Mientras dejaba en la cocina las bolsas de comida, mi Amo se acercó por detrás y me dio un par de azotes en el culo con la fusta, después empezó a sobarme las tetas mientras me decía que tenía ganas de verme. Su cuerpo estaba pegado al mío, estiré las manos hacia atrás y las posé en sus caderas y dejé caer mi cabeza sobre su hombro, disfrutando de sus sobeteos y sus palabras.

Después terminamos de colocar nuestras cosas y le pregunté medio en broma si cenábamos o quería someterme, me contestó que cenar sin duda porque era tarde y los dos teníamos mucha hambre. Yo cené un tazón de Cola Cao con galletas Campurrianas y él una barrita dietética y algunas galletas Campurrianas y los dos estuvimos “pellizcando” las bolsas de gominolas.

Después de cenar y hacer una sobremesa, me ordenó levantarme y me colocó la venda en los ojos, colocó las muñequeras y las unió entre sí a mi espalda, me sobeteó durante un momento y después me condujo a la habitación sujetándome fuerte por el pelo… al llegar me empujó bruscamente y cai sobre la cama. Aún estaba vestida, llevaba unos leggins negros, una camiseta fina de algodón y una chaqueta larga de un tejido fino. En los pies, las botas blancas de tacón. No llevaba ropa interior. Levantó la camiseta, dejando mis tetas al descubierto.


Mientras frotaba mi coño con su mano por encima de los leggins, yo notaba lo mojada que estaba y él también me lo recordaba. Yo estaba muy caliente y saboreaba cada sobeteo. Se tumbó a mi lado y estrujó mi coño con su mano, me producía mucho placer. Mi Señor me preguntó si estaba caliente, me dijo que notaba los tirones en el clítoris. Realmente estaba muy caliente.



Tras un rato de placer, me agarró el coño con una mano, me metió los dedos en la vagina y presionó sobre mi monte con su palma y pulgar y enganchada de ese modo, me levantaba la cintura y me agitaba. Yo me quejaba y trataba de huir, pero mi Amo no me lo permitía y me recordaba que haría conmigo lo que quisiera. Me torturó hasta que se cansó, después se levantó y bajó bruscamente los leggins, descubriendo mi coño caliente y mojado… chorreaba… Me dejó así un tiempo mientras me fotografiaba, más tarde me quitó las botas y los leggins y continuó fotografiándome.

Yo estaba muy caliente, me había parecido especialmente morboso que me arrastrara por el pelo hasta la cama y después me empujara… y cuando bajó los leggins de un tirón. Y ahora me encontraba tirada en la cama, medio desnuda y sin saber qué le apetecería hacer conmigo.

Se acercó y me agarró por los tobillos haciendo girar mi cuerpo 90º hasta dejarlo en el centro de la cama. Me excita que me traté así, sin contemplaciones.

Después se recostó a mi lado y volvió a sobarme, yo me retorcía de placer, intentaba incorporarme pero él me tenía agarrada por el pelo y cada vez que lo intentaba notaba el tirón que me obligaba a volver a la posición. Cuando se cansó de jugar conmigo, me dejó y escuché como abría sus pantalones… instantes después me follaba la boca hasta correrse en el fondo de mi garganta. Me tragué toda su leche.



Mi Amo estaba muy cansado, así que nos acostamos, yo coloqué como siempre la mano en su paquete, y le pedí un “vale-cigarrito” por si tenía ganas de levantarme después de que se hubiera dormido.

El se durmió enseguida, yo no tenía sueño, así que después de un rato dando vueltas en la cama, decidí levantarme a fumar. Después volví a la cama, coloqué nuevamente la mano en el paquete de mi Señor y me quedé dormida hasta las 8.00 cuando sonó el despertador.


Al despertar, apagué el despertador y me giré hacia él y coloqué la mano en su paquete, masajeé un rato sus huevos, hasta que me ordenó que le masturbara, jugué con sus huevos y su polla dura durante un rato, hasta que me ordenó que me la metiera en la boca. La dejaba entrar y salir, la mojaba bien con mi saliva, la succionaba, mis manos jugaban con los huevos y la base de la polla hasta que me sujetó la cabeza y me quedé quieta dejando que follara mi boca hasta que me la lleno con su leche caliente y dulce. Me bebí toda su leche.

Nos levantamos y fuimos a la habitación contigua, apartamos los colchones y cubrimos el somier con una manta, esta era la nueva parrilla. Después fuimos a desayunar, leche con Cola Cao y galletas Campurrianas y charlamos un rato.

Tras el desayuno, mi Amo me llevó a la parrilla y me ató boca arriba, en aspa, completamente desnuda, con las piernas bien separadas. Me dejó así uno rato, yo estaba muy incómoda, las cuerdas estaban muy tensas y apenas tenía espacio para moverme. Me retorcía intentando encontrar una postura que me resultara más cómoda, pero no lo conseguía. Por un momento pensé en pedirle un cojín para la zona lumbar mientras le oía trajinando fuera de la habitación.





Oí acercarse a mi Señor y acto seguido, sentí los azotes del gato sobre mi coño. Me dolían mucho, había tenido un despiste del que estaba siendo consciente justo en ese momento: me había depilado el coño la tarde anterior y tenía la piel demasiado sensible. Empecé a retorcerme sobre el somier lo poco que me permitían las ataduras, mientras gimoteaba y suplicaba.

En mis esfuerzos por huir, se habían aflojado las cuerdas de la mano y la pierna izquierdas, lo que me permitía algo más de movilidad. Mi Amo continuó azotándome ignorando mis súplicas hasta que en un tirón de mi pierna tras un azote, la cuerda que me sujetaba se soltó. Yo me quedé quieta, inmóvil, temiendo que haberme soltado me supusiera un nuevo castigo.

Ató de nuevo mi pierna, con las cuerdas bien tensas y me dejó sola otra vez. Continué buscando una postura más cómoda. Las ataduras de las piernas apenas me permitían balancear un poco las caderas, la mano izquierda estaba ligeramente más floja. Pensaba cómo iba a hacer para soportar todo el encuentro con lo dolorido que tenía el coño y apenas estábamos empezando.

Cuando volvió, dejó caer dos azotes de gato sobre mi coño, yo casi me incorporaba tratando de huir, pero todos mis esfuerzos eran en vano.

Tras unos instantes me dijo que recibiría 10 azotes más y que debía contarlos. Sentí el primero, sólo podía quejarme y retorcerme, no podía contar, empezó a contar él, “uno”… pensé que me resultaría imposible llegar hasta 10, en ese momento lo veía tan lejano.

Me agotaba girándome y retorciéndome, traté de cerrar las piernas lo que me permitían las cuerdas y de esta manera y medio girada, conseguía que algunos azotes se desviaran a la cara interna de mis muslos, escocía, pero al menos daba una pequeña tregua a mi coño.

Por fin llegó el azote “número 10”, aunque los últimos habían sido algo más leves, me había parecido eterno.

Volví a quedar sola, la postura se me hacía cada vez más incómoda, estaba dolorida por los azotes y había dos moscas pesadísimas paseándose por mi cuerpo. Odio ese cosquilleo que producen las patas de mosca sobre la piel, pero apenas tenía fuerzas para moverme y las ataduras me seguían limitando.

Escuché los pasos de mi Amo acercándose, temí que fuera a azotarme de nuevo. Sentí el roce de la fusta en el clítoris, estaba muy sensible y me excitó enseguida. Empezó a masturbarme, yo estaba muy caliente, pero demasiado agotada para encontrar la energía que necesitaba para un orgasmo. Un par de azotes aumentaron notablemente mi excitación, si mi Amo dejaba de mover la fusta, eran mis caderas las que se movían buscando mantener el placer, pero me suponía demasiado esfuerzo, y el aumento de la presión o el ritmo me producía dolor. Me masturbó durante un buen rato pero no conseguí ni siquiera acercarme al orgasmo.





Quedé nuevamente sola, no recuerdo si pensaba en algo, estaba cada vez más agotada y más evadida. Después volví a sentir la fusta presionando mi coño, me producía mucho placer, levantaba las caderas buscando más… notaba la fusta intentando penetrar mi vagina, me gustaba, aunque al mismo tiempo me producía una sensación molesta que fue creciendo a medida que mis movimientos se hacían más rápidos.

Mi Amo me ordenó que me corriera, en esta ocasión estuve más cerca, pero tampoco lo conseguí y recibí un par de azotes más por no obedecer. Continuó masturbándome con la mano, me daba mucho más placer, me retorcía y gemía, notaba lo mojada que estaba en cada sobeteo de su mano. Pero igual que en las ocasiones anteriores, el aumento de la presión y del ritmo, transformaban el placer en dolor y hacían que suplicara que parara.

Escuché a mi Señor trajinando fuera de la habitación y después oí como se acercaba el sonido de sus pasos y el de la cadenita de las pinzas. Estaba tan agotada que no tenía fuerzas ni para preocuparme y creo que no opuse la menor resistencia ni protesta mientras las colocaba en mis pezones. A continuación los azotes del gato volvieron a llover sobre mi coño. Yo ya no podía más… me retorcía sin control, suplicaba “no, no, no, por favor Señor”, estuve a punto de decir “ROJO”, llegue a decir “ro…” justo cuando los azotes pararon y me quedé quieta en la parrilla gimoteando y deseando que me soltara.


Pero la cosa no había acabado, todavía cayeron 4 ó 5 azotes más. Yo me retorcía en la parrilla, tratando de soltarme. Después las otras pinzas mordieron mi clítoris y le escuché decir “así te estarás quieta”… y efectivamente, me quedé quieta, procurando no olvidarme de las pinzas. Quería concentrarme en las segundas, ya que me producían cierto placer, sin embargo las primeras me recordaban constantemente que también estaban ahí. Así me dejó un rato mientras me fotografiaba.



Después retiró las pinzas del clítoris y comenzó a masturbarme con la mano, yo estaba demasiado agotada y dolorida y huía de los sobeteos. Estaba algo preocupada, no estaba respondiendo de la forma habitual a ninguna de sus maniobras, y no sabía qué podía estar pensando él.

Sentí que me soltaba una pierna, y después la otra. Salió de la habitación, yo me quedé quieta, no tenía energía para nada. Enseguida volvió y me soltó también las manos, sin decir nada. Volvió a salir, me parecía extraña esta forma de dar por finalizada la sesión, yo aún llevaba la venda, y esperé hasta que me la quitó. Entonces le miré, me levanté y le seguí, le pregunté si le ocurría algo y me dijo que no se encontraba bien. Se sentó en un sillón y yo en el brazo del mismo, acurrucada encima de él, estuvimos charlando un rato, hasta que el sueño nos fue venciendo y dimos una cabezadita. Supongo que la postura no era muy cómoda, fuimos a la cama y allí dormimos un rato más.



Al despertar mi Amo se encontraba mejor y ya era la hora de comer. Comimos una ensalada de canónigos con varios quesos y pechuga de pavo y picoteamos de las bolsas de gominolas.

Después hicimos una larga sobremesa, que continuamos más tarde en el sofá, viendo un par de películas. Me acosté al lado de mi Señor con la mano en su paquete y me quedé dormida viendo la primera película, “Salon Kitty”, que era en italiano y no me estaba enterando de nada. Antes de que terminara, mi Amo cambió la película porque él ya la había visto y yo no la estaba siguiendo. La nueva película, “Las perversiones de Livia”, me pareció interesante y la vi masajeando constantemente el paquete de mi Amo, muy mojada y excitada, con mi coño pegado a su muslo.

En un momento dado, me agarró por el pelo, se me escapó un gemido de placer, y varios más con los tirones que siguieron al primero, estaba muy caliente y eso me excitó aún más. Continuamos viendo la película, yo seguía jugando con los huevos de mi Señor y su polla que estaba durísima. Después de un rato así, se me antojó un cigarro y pedí permiso para fumar, me lo dio y me levanté del sofá, me coloqué a su lado y estiré mi mano hacia su polla. Me ordenó colocarme de pie con las manos en la nuca y las piernas separadas, introdujo un dedo en mi coño y yo me volví loca en décimas de segundo. Disfruté un rato de los movimientos de su dedo y de mis caderas, mirándole a los ojos, hasta que me ordenó correrme, lo hice inmediatamente, estaba tan excitada, me corrí desenfrenada.

Me dijo que fuera a fumar el cigarro, le dije que no tenía prisa mientras me agachaba para darle un chupetón en su polla, me ordenó que se la comiera. Jugué con su polla en mi boca hasta que empezó a follármela, empujando fuerte hasta terminar corriéndose. Tragué todo su semen.

Chupé un poco más su polla y después fui a buscar su dedo, que estaba empapado con mis jugos, y lo lamí durante un rato disfrutando del sabor de mi coño en el dedo de mi Amo.

Y entonces fui a fumar el cigarro. Continuamos viendo la película, y cuando terminó cenamos. El una ensalada como la de la comida y yo un tazón de leche con Cola Cao y galletas Campurrianas. Después de una buena sobremesa tras la cena, volvimos al sofá y allí estuvimos viendo una película sobre el crimen de Fago. La película era muy larga y yo estaba haciendo esfuerzos por no quedarme dormida, aunque estaba interesante y en realidad no sabíamos la hora que era. Cuando terminó vimos que eran las 3 de la madrugada y nos acostamos ya que los dos nos caíamos de sueño.


En la cama coloqué la mano en el paquete y le pedí como siempre un “vale-cigarrito” por si me costaba dormir, aunque en esta ocasión me quedé dormida enseguida. Los “vales-cigarrito” que no uso, se pierden, no me sirven para fumar en otra ocasión sin pedir permiso, pero bueno, ya me voy acostumbrando.

El despertador sonó a las 8.00, yo estaba caliente y tenía ganas de jugar con la polla de mi Amo, que estaba dura, agradecida con mis juegos. Después de un rato de juegos, le pedí permiso para meterla en mi coño, pero me lo negó y me dijo que se la chupara. Obedecí enseguida, y me dediqué a ella con ganas, con mis manos y mi boca, sin olvidarme de los huevos. Se corrió emitiendo un gran suspiro que me gustó mucho, ya que suele ser muy silencioso en sus orgasmos.

El se levantó primero, y yo me dormí un rato más en la cama, mientras él preparaba las cosas para someterme seguidamente.

Enganchó la correa en el collar y me arrastró hacia el salón tirando de ella hacia arriba. Me ordenó colocarme de rodillas en el suelo, apoyando los brazos en un sillón, no llevaba la venda ni estaba atada, y empezó a azotarme con el gato en las nalgas, me dijo que empezara a contar los azotes hasta 20. El gato iba cayendo sobre mi culo y yo iba contando entre quejidos y gemidos mientras balanceaba las caderas, intentando tal vez estirar la piel para calmarla. Después de los veinte azotes, me cayó uno más por no agradecer el castigo, aunque en realidad lo estaba balbuceando cuando sentí nuevamente las tiras de cuero sobre mi piel.



Más tarde cubrió mis ojos con la venda y me ordenó sentarme en el mismo sillón sobre el que un momento antes me apoyaba. Me dejó así unos instantes mientras me fotografiaba, yo mantenía las manos en la espalda y las piernas separadas. Después me ordenó masturbarme. Cuando llevé la mano a mi coño me dí cuenta de lo mojada que estaba, se oía una especie de chasquido a medida que lo frotaba, mi Amo lo oyó y comentó lo caliente que estaba.

El placer y la excitación iban aumentando a medida que la mano jugaba entre mis piernas, cada vez un poquito más deprisa. El placer se iba incrementando hasta que sentí el orgasmo cerca y entre jadeos pedí permiso para correrme. Me ordenó que lo hiciera, aceleré el ritmo de mi mano, pero el orgasmo me costaba… intentaba concentrarme, estaba demasiado excitada para parar, pero el orgasmo no llegaba, escuché la voz de mi Señor “córrete puta”, ese pequeño estímulo lo desencadenó. Una gran explosión de placer se concentraba en mi coño para después recorrer mi cuerpo como una descarga eléctrica. Agradecí el orgasmo y me coloqué en la posición inicial.



Mi Amo me agarró por el pelo y me condujo a una silla, me obligó a sentarme y allí me ató los tobillos a las patas de la silla, y las muñecas en el respaldo. Me dijo que iba a recibir 20 azotes en las tetas y debería contarlos, era uno de los castigos que teníamos pendientes, “Bien Señor” le dije.

Empezaron los azotes, y yo empecé a contarlos entre gemidos y jadeos. Me zarandeaba intentando huir, y eso hacía que la silla zozobrara y quedaba a veces apoyada en dos patas por unas décimas de segundo. El azote nº 19 cayó antes de que hubiera contado el 18, dudé sobre como seguir la cuenta, no sabía si debía decir 19 que eran los que habían caído o 18, ya que éste no lo había contado. Pensé que un azote más o menos no tendría demasiada importancia, así que continué desde 18… 19… y por fin 20. Y agradecí el castigo.




Me dejó un rato en esa posición, yo deseaba tener las manos libres para poder masajearme las tetas, sobre las que aún sentía el picor de los azotes.

Después de un tiempo soltó mis ataduras, manteniendo la venda en los ojos, y me ordenó colocarme de pie, apoyando las manos en el respaldo de la silla. Iba a recibir un nuevo castigo, 20 azotes en las nalgas y también debería contarlos. Y empecé a contarlos, mientras me quejaba y me retorcía. El nº 17 me dejó doblada, antes de que pudiera contarlo la fusta cayó de nuevo sobre mi culo.

Creo que por un momento perdí la noción del tiempo y perdí la cuenta, no sabía exactamente por dónde iba, 17, 18, 19… sabía que aún no había llegado a 20 pero esta vez no quería dejar pasar ninguno… abrí la boca y dije “¡¡20!!”, no sé porqué dije 20, sabía que aún no había llegado, tal vez por si colaba… pero no coló…. Escuché a mi Señor corrigiéndome, “No, 18 y vas a recibir cuatro más”. El mismo continuó la cuenta mientras yo me quejaba y me retorcía, en alguna ocasión doblaba las rodillas y me quedaba agachada, pero inmediatamente mi Amo me ordenaba levantarme. Recibí los 24 azotes, y uno más “de premio”. Después continuó con el gato sobre mis nalgas y mi coño. Al terminar quedé agachada, con las rodillas dobladas y aún agarrándome al respaldo de la silla y me ordenó que agradeciera el castigo.





Me incorporé y me coloqué de nuevo en la posición inicial. Me mantuve así un rato, mientras sentía a mi Señor moviéndose a mi alrededor, observándome y fotografiándome. Yo estaba quieta, a la espera, sabiendo que en cualquier momento mi Amo empezaría a jugar otra vez conmigo y sin querer preguntarme qué sería lo siguiente.




Lo siguiente fue que noté una de las pinzas de pesita en mi pezón derecho, no me había producido excesivo dolor así que procuré no quejarme demasiado. En el segundo pezón fue diferente, sentí una especie de pinchazo muy intenso y continuo, protesté y le dije que no podía, “te aguantas” me contestó, al mismo tiempo la sensación de pinchazo iba cediendo hasta convertirse en algo soportable. Me dejó nuevamente, para continuar observándome y fotografiándome al tiempo que yo me concentraba en averiguar qué sensación me producían las pinzas. Tras unos momentos, una de las pinzas cayó al suelo, pensé “oh no”, sabía que me la colocaría de nuevo y no quería volver a sentir el pinchazo de antes. Por suerte no fue así, la volvió a colocar y me dejó nuevamente abandonada.





Cuando se cansó de jugar conmigo, me liberó de las pinzas, la correa, las muñequeras y las tobilleras y nos preparamos para desayunar. Yo no me podía creer que hubiera aguantado toda la sesión sin haber desayunado antes, ya que normalmente es lo primero que hago.

Después de un rato de charla, empezamos a recoger nuestras cosas y nos duchamos. No podíamos retrasar demasiado la comida, el avión de regreso de mi Amo salía más pronto que en otras ocasiones. Cuando estuvimos listos salimos a hacer algunas fotos de los exteriores, las vistas eran preciosas se mirara donde se mirara. Y nos dirigimos al restaurante donde solemos comer, en un pueblo cercano al aeropuerto.

La comida fue tranquila y amena, como siempre, incluso creo que estábamos en la misma mesa que en las otras ocasiones que habíamos comido allí. Después de comer y tomar café, emprendimos el camino hacia el aeropuerto.


Nada más llegar allí, yo empecé a estar algo intranquila, había algo que quería comentarle a mi Señor, ya se lo había adelantado en la comida. No era algo de demasiada importancia, pero me preocupaba no encontrar las palabras adecuadas para transmitir exactamente lo que pensaba.

Hicimos los trámites de facturación del equipaje y nos dirigimos a la cafetería, pedí unas Coca Colas, nos sentamos en una mesa, y le comenté mis dudas. Mi Amo se mostró comprensivo como siempre. Terminamos las Coca Colas y fuimos a la zona de embarque. Seguí con la mirada los primeros pasos de mi Amo, cuando pasó por el detector de metales me dirigí a la salida, no esperé como siempre hasta que le pierdo totalmente de vista. En esta ocasión estaba deseando salir de allí, la gente me agobiaba.

Conduje hasta mi casa, llegué bastante caliente y mojada, me cambié de ropa y me masturbé frente al PC viendo fotos y vídeos de otros encuentros y recordando momentos de este.

Deseando la próxima vez…

                                                                               Ifis{Ae}









viernes, 25 de diciembre de 2009

25-12-2009


martes, 22 de diciembre de 2009

Fotos 6º encuentro


lunes, 21 de diciembre de 2009